CRÍTICA EXPOGRÁFICA (3): MOBILIARIO URBANO INÚTIL (1)



Hace unos años, bajo gobierno conjunto del PP y USR, tras la famosa moción de censura a la que sometieron al por entonces alcalde, se adquirieron e instalaron una serie de kioskos de madera, -uno de los cuales se instaló en el paseo de la Alameda, en su extremo occidental-, cuya función inicial era la de informar a los visitantes de San Roque.


Se trata de un kiosko de madera que inicialmente fué ocupado por una persona contratada en el plan de choque, encargada de sumistrar información, folletos, programas, etc. a ciudadanos y visitantes. Pronto quedó demostrada su escasa utilidad, pues casi nadie acudia a dicho punto para obtener información, y tan sólo sirvió para tener a una persona pasando frío y calor a lo largo del año dentro del exiguo espacio.

Cuál fue el coste total de la adquisición e instlación del kiosko, es algo que desconozco de forma exacta, pero me atrevería a aventurar que superó el millón de pesetas (6.000 €), vistos los materiales, el diseño y el acabado. Tampoco puedo precisar quién fué la persona responsable de la decisión, aunque todo parece apuntar a la concejalía de Turismo, bajo cuyos auspicios se realizó esta operación.

Ocho años después, los sanroqueños aún nos encontramos a diario con este elemento cuya presencia en la Alameda se ha vuelto tan familiar como inexplicable, dada su función, o no-función. A fuer de ser justos, una función tiene, amén de su significación como elemento perceptible, y es la de servir de soporte a carteles varios.
Pero para esto hubiera servido, mucho más eficientemente, una cartelera convencional, un soporte plano en el que cabrían muchos más elementos, más visibles.


Así, bajo esta dudosa función, el costoso kiosko de madera (un material que a la intemperie requiere un mantenimiento, como ha demostrado no saber quien decidió su compra e instalación) evoluciona bajo el ataque de la meteorología, mostrando día a día las huellas de una batalla que está condenado a perder. La madera descolorida, combada, manifestando su rendición. Se observa en la imagen la aparición de una abertura en una de las esquinas de la base, una invitación para pequeños animales que encontrarán en el interior un entorno acogedor para desarrollarse. Es posible que si algún día decide alguien hacer algo útil con este kiosko, hallen en su interior una urbanización de roedores, una colonia de xilófagos, y quien sabe qué más; madera no exenta de calidad, cristal, vinilo, cuyo destino final es el propio de todo lo que pertenece a la dejadez de quien gasta un dinero que no es propio, que no cuesta trabajo ganar.

Hay un viejo cuento zen que refiere la historia de un monje que llegó una fría noche de invierno a un monasterio abandonado. Tan sólo halló en él una figura de madera del Buda. Ni corto ni perezoso, el monje agarró el hacha y partió la talla, encendiendo una hoguera que lo mantuvo caliente hasta el día, salvándole así la vida. El monje paso a formar parte del panteón de los maestros zen, y su comportamiento se convirtió en un ejemplo de lo que debe ser el pensamiento zen, para el que no hay nada sagrado que justifique la pérdida de una vida.

En este caso, salvo algún resfriado que afectara a la persona destinada al kiosko durante los meses en que se mantuvo abierto, tampoco hay costes de vidas que sepamos. Pero me gustaría que se tomara una decisión con respecto a este elemento que nos ha costado el dinero a todos los sanroqueños, y ya puestos, antes de dejar que se siga pudriendo a ojos vista y se convierta en un nido de ratas, casi mejor sería quemarlo en la próxima hoguera de San Juan.

Dicho lo cual, que no puede ser entendido, espero, más que como una broma irónica, presentaría algunas posibilidades para su restauración, reubicación y reutilización: ubicarlo en el interior del parque infantil, con un pequeño equipamiento sonoro para acompañar con música los juegos de los niños; en lugar de los cristales, se instalarían pantallas donde se emitirían imágenes de la televisión local, e imágenes captadas por una o varias cámaras instaladas en el mismo kiosko; reutilizarlo como palomar, reubicándolo a más altura, por ejemplo, sobre el Teatro Juan Luis Galiardo, el Búnker, cuyo perfil creo que lo agradecerá. Estas son, en fin algunas ocurrencias para dotar de utilidad a este elemento cuya presencia y cuya degradación diaria, no hace más que recordarnos diariamente el despilfarro de dinero público y la ausencia de criterio y sentido común que en más de una ocasión padecemos en nuestro municipio.

1 comentario:

  1. ESTO DE INSTALAR COSAS INÚTILES SUCEDE EN TODAS PARTES. PARA QUE VEAS OTROS EJEMPLOS DE MOBILIARIO URBANO PERDIDO VISITA WWW.MOBILIARIOURBANODESANTIAGO.BLOGSPOT.COM. LOS MUNICIPIOS INVIERTEN MILLONES EN ELEMENTOS QUE QUEDAN ABANDONADOS Y SON COSAS QUE PAGAMOS ENTRE TODOS Y NUNCA PODEMOS ELEGIR LO QUE SE NOS PONE EN EL CAMINO. SALUDOS Y VISITEN LOS BLOGS.

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