CAMINO DEL ALMENDRAL. CRÍTICA EXPOGRAFICA EMPÍRICA DESDE LA PRIMERA LÍNEA.

Un nuevo caso urbanístico a comentar desde el punto de vista de la Expografía es la remodelación del Camino del Almendral, obra que lejos de hallarse terminada, ha quedado abandonada sin un remate definitivo (parece ser el estilo inachevé el asumido por los constructores con la aquiescencia de los poderes públicos) y con un buen número de elementos que merecen ser comentados de forma racional para demostrar la impertinencia de los mismos. Como dijo Jack el Desptripador, vayamos por partes.

En el siguiente gráfico vemos la planta del tramo inicial de la calle. La parte inferior del gráfico corresponde al cabo de la calle que comienza en la intersección de la Avenida del Ejército con el antiguo Juzgado y el Complejo Diego Salinas. Cada número en negro, se refiere a un elemento cuyo diseño y ubicación presentan errores de base que comentaremos de manera racional y científica, y sobre todo con sentido común.





Nº1- Parterre con borde elevado. Vemos que las personas que cruzan el paso de cebra desde el acerado de la derecha (flechas rojas indicadoras de trayecto), o bien las personas que caminando por el acerado de la izquierda, que pretenden seguir en dirección a la biblioteca se encuentran con este elemento. En principio su función no cabe ser otra que embellecedora, pero lo que logra es establecer un obstáculo que impide la continuación del trayecto natural del peatón, obligado a decidir entre rodearlo por la izquierda o por la derecha, aunque en la mayoría de los casos (si no hay cochecito de bebé o problemas físicos que lo impidan) opta por atravesarlo pisando el interior del parterre. Afortunadamente, poco daño se le causa, pues el parterre en cuestión no contiene ningún césped o jardín sometido a cuidado y mantenimiento, sino una maraña de plantas y malas hierbas que no sólo no embellecen, sino que invita a ser receptáculo de residuos.




Nº2- Reja metálica en ángulo. Su función es solucionar un error previo. El error previo es la edificación de una medianera y una barrera levadiza para el espacio público que se ha reservado para la policía municipal (ver artículo anterior sobre el tema). Tanto la medianera como la barrera levadiza, podían haberse levantado mucho más hacia el interior de la entrada, con lo cual no entorpecerían el cruce de la misma a los peatones, que entre estos elementos y la reja metálica, se ven de nuevo impelidos a tomar la decisión de elegir por donde deben bordear estos obstáculos. Lo deseable y lógico hubiera sido, como digo, situar estos elementos más hacia el interior de la entrada de estos aparcamientos y respectar un paso (con su correspondiente paso de cebra) para los peatones.










Nº3- Parterres sobresalientes del acerado. Los aparcamientos, que en principio iban a ser una de las ventajas de la remodelación de la calle, se han convertido en muchos casos en verdaderos ejercicios de dificultad para los conductores, que encuentran esos parterres sobresalientes obstaculizando sus maniobras y convirtiendo el aparcamiento del vehículo en un verdadero examen de precisión. Lo habitual es que las ruedas se monten sobre los bordillos de los parterres, o incluso que el vehículo golpee los ya de por sí decrépitos arbolitos, alguno de los cuales ya ha fallecido (yo he visto uno arrojado en un contenedor, ya cadáver) y otros han debido ser afirmados por medio de cuerdas tiradas entre el arbolito y la reja metálica que cirucunda el descampado del Diego Salinas (donde se iba a construir un edificio) o una farola (yo mismo tuve que enderezar un arbolito con una cuerda tirada a una de estas farolas (de las que también hay que hablar).


Aquí, un vehículo municipal, (de los que se me respondía en el foro de San Roque que no iban a quitar aparcamientos a los vecinos gracias a la apropiación del espacio para los vehículos municipales) aparcado como buenamente ha podido el conductor por culpa de un parterre que ya ni siquiera alberga arbolito. ¿Para qué vale pues este elemento aparte de para molestar?, ¿a qué mente preclara se le ocurrió?.


Otro obstáculo, en este caso no un parterre sino una alcantarilla saliente.


Arbolito en estado terminal sostenido por una cuerda.


Nº4- Las farolas. Las farolas indudablemente necesarias para iluminar convenientemente la calle de noche no me parecen ni las más adecuadas y ni que que estén situadas de la forma más conveniente. Se observa que su cercanía al borde del acerado puede en muchos casos impedir la apertura de la puerta del vehículo. Por otra parte, el hecho de tender dos hileras de farolas a cada lado de la calle, supone en primer lugar un coste mayor, en segundo lugar, la presencia de un obstáculo más en la circulación de los peatones. Todo esto se hubiera podido evitar si se hubieran instalado farolas de dos brazos en el centro de la calle, o sea, en la medianera. Se hubiera conseguido dejar las aceras expeditas y con una farola se hubieran iluminado ambas direcciones de la calle.


La cercanía de la farola al borde del acerado, en algún caso, puede impedir abrir las puertas del vehículo. No es este el caso porque el parterre actúa como impedimento para que el vehículo aparque junto a la farola. Un mal evita otro mal.


En vez de las palmeras, cuyo estado de salud es de pena, se hubieran podido instalar en la medianera farolas de dos brazos. En la imagen se observan cables cuya presencia resulta inexplicable a estas alturas.



Además de lo escrito anteriormente, llovió sobre mojado, puesto que una vez terminada la obra, hubo que levantar de nuevo una hilera de losas del acerado para enterrar el cableado que había servido para la iluminación provisional. Doble trabajo, doble gasto, doble molestia para los vecinos.


nº5- Las palmeras y la medianera. Ya he escrito en el punto anterior lo pertinente que hubiera sido sustituir las palmeras por farolas de dos brazos. La inexplicable tendencia a "palmerizar" avenidas, acabó sin embargo por imponerse, dando como resultado la implantación brutal de varios ejemplares cuya supervivencia queda en entredicho a juzgar por el aspecto que presentan. Pero aún hay más, y es que el tamaño del ancho de la medianera y el del diámetro de las palmera no se avenía en muchos caso, provocando "soluciones" como las que se pueden ver en las fotografías.


Como el diámetro de la palmera rebasa el ancho de la medianera, no se pudo colocar la correspondiente pieza de piedra que debía cerrar ese espacio. La solución ha sido rellenar con cemento. Si la palmera tiene la ocurrencia de crecer un centímetro en grosor, veremos dónde acaba el cemento. En la imagen inferior, junto a la palmera, sobre esa mini jungla que es la medianera, se observan pedazos de loza del acerado abandonada cual ruína arqueológica.



Detalle de lo anterior.


La mini jungla, invadiendo la calzada.





¿Para qué valen las papeleras instaladas a ambos lados de la calle? Para esto. Luego se presume de la Escoba de Plata. Menos escoba y más urbanidad por parte de estos ciudadanos sin escrúpulos. Es de suponer que en su casa actuarán igual, arrojando la basura en el salón.





Estado de una palmera. No es de descartar que algún día haya que lamentar el derrumbe de una de ellas, con sus posibles consecuencias.

Nº6- Los nuevos contenedores de basura. Instalados desde hace más de un mes, ignoro por qué no han entrado aún en funcionamiento, pero lo que no ignoro es que mientras que ahora sólo tengo que caminar con mínimo riesgo por mi acera para depositar la basura en el contenedor de plástico, cuando entren en funcionamiento estos modernos criaderos de rata automatizados, tendré que cruzar la calle. Si decido hacerlo por el paso de cebra, recorreré una distancia que supondrá el doble de la que recorro ahora, y a veces la bolsa pesa y la espalda sufre. Si por el contrario decido atajar por en medio de la calle, me la juego con los vehículos y con el paso de la medianera. ¿Por qué no han puesto el paso de cebra un poco más hacia el interior de la calle? Hubieran evitado un riesgo que trataré en el siguiente punto, y habrían facilitado a muchos vecinos un trayecto más corto para depositar la basura.


Los contenedores, antes de su instalación definitiva, situados justo detrás del vehículo de la policía municipal.


Nº7 y Nº8- Los pasos de cebra y el sol crepuscular. El riesgo que supone los pasos de cebra en los extremos de la calle es obvio. Veamos: en el comienzo de la calle, el que comienza al este (y que desemboca en la Alameda), he observado que los vehículos que vienen de la Avenida del Ejército y se desvían hacia el Camino del Almendral no sólo no disminuyen la ya de por sí elevada velocidad con la que conducen por la vía urbana, sino que por una suerte de creencia en que al embocar el Camino del Almendral ya han salido de zona urbana, aceleran alegremente, justo antes del paso de cebra. Esto ya es de por sí poco aceptable, pero aún lo es menos si tenemos en cuenta una circunstancia que se produce en el crepúsculo. El sol, que sabemos se pone por el oeste, se muestra por la tarde justo al final de la calle, deslumbrando literalmente a los conductores que toman el Camino del Almendral. He sido protagonista de un cuasi atropello del que me libré gracias a una quiebro de cintura. La razón que arguyó el conductor es que no me había visto. Pues claro que no me había visto, con el sol de cara y entrando a más de sesenta por hora cómo me va a ver. No quiero ser agorero, pero ese punto tiene los días contados para convertirse en un punto negro para los peatones. Esto me lleva a retomar el tema de la instalación de especies vegetales más adecuadas para la climatología y el régimen solar de nuestro territorio. Si en vez de esas raquíticas palmeras se sembraran árboles que dieran hoja en verano, para dar sombra y proteger los ojos de los conductores del resplandor solar, sería más oportuno. A nadie con sentido común (o un mínimo conocimiento sobre árboles) se le ocurre plantar pinos en un mirador, árbol frondoso que tapa medio panorama. Pues eso.

Y sobre los pasos de cebra, o bien los eliminan y abren uno a mitad de la calle, o instalan unos badenes de los que quitan las ganas de pisar el acelerador. En fin, que voy a decir, salvo que en la televisión vi una vez un programa de como en una ciudad catalana los vecinos habían organizado una plataforma para demandar seguridad vial y el resultado era ejemplar, con trazados urbanos sinuosos y llenos de badenes, una limitación de treinta kilómetros que no se saltaba ni Fernando Alonso, pasos elevados o subterráneos bien seguros para los peatones e instalación de zonas verdes racionalmente repartidas para el solaz de los ciudadanos de a pie.


Por aquí vienen como bólidos a la salida de boxes. Yo lo he visto y sigo vivo gracias a haber jugado al fútbol.


En este ceda el paso, hay días en que no es posible ver a los vehículos que vienen por la derecha, ya ven por qué.


Podría seguir con más asuntillos, como la agresión que sufrió, por parte de los trabajadores de la empresa que ejecutó las obras del acerado, la fachada de mi casa, la puerta de entrada, las puertas metálicas del local que tengo en proceso de apertura, el raíl de las mismas, invadido por cemento y lozas superpuestas que yo mismo tuve que limpiar y cortar con una radial. En fin, como siempre, el ciudadano pagando el pato de los desmanes de los unos y los otros. Pero eso sí, pagando impuestos como los buenos.
Hasta la próxima.

No vivimos en la cultura de la imagen, vivimos en la cultura del ruido.